Cuando encuentras en tu Puma la respuesta que buscabas

Por Sandra Lizardo, mamá Discovery

En Tinkuy las mamás y papás, nominados cariñosamente “MaPaches”, también obtenemos Badges como los Pumas. Para ello, navegamos por una multiplicidad de recursos que nos brinda Tinkuy con la finalidad de equiparnos para acompañar la ruta de aprendizaje de nuestros Pumas. Una ruta que es diametralmente opuesta a la que recibimos cuando niños.

Tenemos la opción de hacer un “Peer Review” de los Badges de nuestros pares y para mí ha sido una gran oportunidad de continuar reflexionando, aprendiendo y remirando, a mí misma y a mi proceso de acompañamiento a mi Puma.

Regresé por ejemplo a aquello que había respondido sobre el uso de la tecnología, dispositivos y Apps que se utilizan en Tinkuy. En ese entonces me cuestionaba: “¿Cuánto del joy por aprender jugando con los compañeros y con pasión se podría estar perdiendo?”  

Me hacía esa pregunta entonces y algunos meses después, ¡puedo identificar que tengo la respuesta! Veo que la respuesta está delante de mí, en el rostro y ánimo de mi Puma cuando sale de Tinkuy o cuando lo veo interactuar con los otros Pumas, aun en otros espacios. 

Veo que ciertamente sí aprenden a jugar con pasión, realmente sí aprenden a aprender y a organizarse. Veo cómo la promesa no está solo en el papel, la promesa sí se cumple y lo veo en mi Puma, lo veo en los otros Pumas, en la hermosa tribu que vienen construyendo con cuidado, mucho cariño, bastante responsabilidad y legítimo disfrute.

Hoy veo a una tribu que usa bastante bien la tecnología, pero que, lejos de perder el contacto humano, también ejerce la cooperación, el liderazgo y el trabajo en equipo de manera orgánica. Veo cómo han conquistado ese joy que tanto temía pudieran perder.

Pero el camino no siempre es tan diáfano y hay momentos difíciles y hasta frustrantes. Cuando mi hijo recién entró al studio Discovery, donde sería de los más pequeños, su participación era casi nula. No participaba de los Quests y no entraba a casi ninguna actividad grupal, mucho menos pedía la palabra. Pasito a paso, él mismo ha ido encontrando no solo el valor, sino el joy a estas actividades, él mismo ha ido aprendiendo a disfrutar de ellas, en un proceso en el que él tomó la decisión de hacerlo, en el momento en el que él se sentía listo, confiado y seguro. 

Hoy mi Puma me cuenta con orgullo “¡Soy el que más ha participado de las sesiones de Civilization!”. Si pudiera retroceder en el tiempo, no podría haberlo imaginado. Y creo que esto ha ocurrido en la medida en la que he ido soltando y, sobre todo, confiando. Me atrevería a decir que en cuanto dejé de ser la mamá “persecutora”, preguntando sin cesar desde esa preocupación de madre que linda con la angustia: “pero ¿por qué no entras?; ¿qué tan difícil puede ser intentarlo?, solo tienes que preguntar, ¿por qué no lo haces?...” 

He ido descubriendo que acompañar a mi Puma es un equilibrio entre soltar y confiar. No es fácil, es una ecuación que cuesta reconocer y abrazar. Sospecho que, en algún momento futuro de incertidumbre, volveré a estas reflexiones y volveré a mirar a mi Puma, y pondré los medios para hacerlo no desde el juicio y la ansiedad, sino desde el orgullo y la confianza.