Overparenting: Cuando mucho de algo bueno hace daño

Por Inés Kudó

Queremos que nuestros hijos tengan vidas llenas de amistad y amor y de grandes actos. Queremos que tengan ganas de aprender y que estén dispuestos a afrontar los retos. Queremos que nuestros hijos agradezcan por lo que reciben de nosotros, y que también estén orgullosos de sus propios logros. Queremos que crezcan con confianza en el futuro, con amor por la aventura, con sentido de la justicia y con el valor suficiente para actuar según ese sentido de la justicia. Queremos que sean resistentes ante la adversidad y los fracasos que siempre trae el crecimiento.
— Martin Seligman

La epidemia

Martin Seligman, el fundador de la Psicología Positiva, se propuso encontrar la “vacuna” contra el pesimismo: “Pessimism is fast becoming the typical way our children look at the world” (Seligman, 2007, The Optimistic Child: A Proven Program to Safeguard Children Against Depression and Build Lifelong Resilience, pp. 6-7).

Según su investigación, para combatir el pesimismo, tu hije debe enfrentar con éxito retos en cada etapa. En la edad preescolar (Explorer), el optimismo se construye sobre la noción de “saber hacer bien” (“masterful action”). Tu hije debe crearse el hábito de perseverar ante los retos y superar obstáculos para dominar habilidades. En la infancia media (Discovery), les niñes comienzan a entender las relaciones causales en el mundo y pensar en por qué elles fracasan o tienen éxito, y qué pueden hacer al respecto: estas teorías son la base de su optimismo o pesimismo, dice Seligman.

El autor afirma que “no hay nada de malo en dejar a tu hije fallar. El fracaso en sí mismo no es catastrófico. Podría desinflar la autoestima momentáneamente, pero es la interpretación que tu hije hace del fracaso lo que puede ser más dañino” (p. 14, negritas nuestras).  Seligman alertaba en su libro hace 15 años que el énfasis que familias y escuelas ponen en cómo une niñe se siente (autoestima) a expensas de lo que le niñe hace (maestría, perseverancia, superar la frustración y el aburrimiento, lograr un reto) es lo que estaba convirtiendo a esa generación de niñes (hoy jóvenes adultes) en más vulnerables a la depresión.

Con más niveles de educación y más información sobre la infancia, papás y mamás buscan formas de criar lo mejor posible a sus hijes, protegerles de todo peligro y darles las mejores oportunidades en la vida. Esto, que puede ser en un principio bueno y natural, se convierte en overparenting cuando se lleva a un punto en el que interfiere con el desarrollo y autonomía de les niñes.

Aunque falta más investigación, ya se encuentra que el overparenting está asociado con resultados contrarios a los que mamás y papás desean: mayor narcisimo, pobres habilidades de afrontamiento, ansiedad, estrés. En el caso de la investigación de Locke et all, el principal resultado de la sobrepaternidad en los niños, en la opinión de les profesionales consultados, fue la falta de resiliencia. Algunes reportaron también el sentido de “entitlement”, un inadecuado desarrollo de habilidades para la vida y la transmisión de altos niveles de ansiedad materna y paterna hacia les hijes. Por eso es que se comienza a hablar de “generaciones de cristal”, en el sentido de que su crianza les fragiliza para la vida adulta independiente.

El concepto

La investigación sobre el concepto de “overparenting (sobrematernidad o sobrepaternidad) es relativamente nueva. El overparenting se define como “involucrarse excesivamente en el día a día de su hije o hijes, normalmente con el deseo de protegerles de situaciones difíciles o ayudarles a tener éxito.” Abarca conceptos conocidos como helicopter parenting o lawnmower parenting. Hay tres elementos que definen el overparenting: alta respuesta, baja demanda y alta demanda, y pueden combinarse entre sí.

Traducido y adaptado de Locke, Campbell y Kavanah (2012)

Alta respuesta

Un elemento central del overparenting recogido por la investigación de Locke, Campbell y Kavanah (2012) es la “alta respuesta”, que significa que las mamás o papás tratan de hacer todo lo que pueden por sus hijes, incluso antes de que se lo pidan; tienen miedo constante de que algo les pase, les cuidan y vigilan en exceso; buscan ser amigues de sus hijes, su vida gira en torno a la de elles solamente; ven las necesidades de sus hijes como las más importantes y les dan siempre la razón. Por ejemplo:

  • Llevar en brazos a su hije en lugar de permitirle caminar.

  • Tomar la percepción de su hije como la verdad, independientemente de los hechos.

  • La mamá se apresura a creer a su hije por encima de le adulte y niega la posibilidad de que su hije haya tenido la culpa o incluso haya hecho algo de esa naturaleza.

  • Una madre que no deja que su hijo de 17 años tome el tren para ir al colegio.

  • Sentarse en una cafetería a vigilar a su hijo adolescente, sin dejarle ninguna autonomía y ni un momento sin supervisión.

Baja demanda

Esto se puede combinar con “baja demanda” o baja exigencia para que su hije madure, desarrollando habilidades para la vida, haciéndose independiente, enfrentándose a circunstancias difíciles y aceptando las consecuencias. Por ejemplo:

  • Padres que creen que su hijo de 16 años no sabe lo que es el sexo.

  • Padres que no quieren que sus hijes experimenten las consecuencias de sus actos. Culpan a les demás, pelean para que su niñe tenga lo que quiere en lugar de aguantar y afrontar las consecuencias.

  • Ofrecer alojamiento muy barato o gratuito a les hijes jóvenes y adultes.

  • Enfrentarse a les profesores por la tarea de su hije, poniendo excusas, exigiendo concesiones, aunque evidentemente su hije no haya tenido ninguna situación grave de salud o familiar que le impida realizar el trabajo.

Alta demanda

El otro lado del overparenting es la combinación de la “alta respuesta” con “alta demanda”. Esto se define como la rigurosidad de les ma/padres, quienes toman todas las decisiones por su hije y reducen las opciones del niño. Una agenda muy recargada para su hije. Esperar que su hije esté en contacto constante y le cuente todo. Por ejemplo:

  • Dar constantes instrucciones a los niños en lugares públicos, a menudo desde lejos, en lugar de de cerca y asegurando la cooperación de su hije; por ejemplo, "No toques eso", "Siéntate Siéntate", "Aléjate de esa señora", "No toques eso" (una y otra vez)

  • Llamar mucho a su hijo cuando han salido de la casa.

  • Demasiadas restricciones para permitir que le niñe participe en el campamento escolar.

  • Exigir insistentemente a la escuela que ponga a su hije en clases avanzadas.

La alternativa

At one end are those who advocate feeling good as the primary goal, with how the child does in the world a fortunate byproduct. For those at this end of the spectrum, what matters is how the child feels about himself. At the other end are those like myself who advocate doing well in the world as the primary goal, with feeling good only a delicious byproduct. People guided by the popular “feeling-good” viewpoint are ready to intervene to make the child feel better. People guided by the “doing-well” approach are ready to intervene to change the child’s thinking about failure, to encourage frustration-tolerance, and to reward persistence rather than mere success.
— Martin Seligman

Ya Seligman advertía que “el sentimiento de autoestima, en particular, y la felicidad, en general, se desarrollan como efectos secundarios de dominar los retos, trabajar con éxito, superar la frustración y el aburrimiento, y ganar” (p. 33). Es decir, la autoestima proviene de hacer las cosas bien. En cambio, cuando a través del overparenting se enfatiza el proteger los sentimientos y la autoestima de les hijes a toda costa, sin permitir afrontar los retos, desarrollar destrezas, no consigue nada. Dice Seligman: “Si su hije siente que no puede, que es inútil, se odia a sí misme o no siente confianza, es un reflejo de que cree que su gestión con el mundo va mal. Cuando su desenvolvimiento en el mundo mejore y se dé cuenta de ello, se sentirá bien” (p. 34).

Consecuentes con este enfoque, en Tinkuy ofrecemos experiencias de mundo real, lo más naturales y fluidas posibles, dentro de un marco de cuidado pero no de intervención ni de rescate. Un badge certifica maestría y no se “da”, se gana, con esfuerzo y perseverancia. Eso quiere decir que los Pumas se enfrentarán a situaciones difíciles en el día a día, se enfrentarán entre ellos también, se pasarán de la raya, tendrán conflictos, se frustrarán, y de vez en cuando se harán daño. Así aprenderán a poner límites, cuidarse y respetarse.

Es natural que algunas mamás y papás, sobre todo de Pumas más pequeños, se angustien y preocupen por que vayan a sufrir por un golpe, un altercado, por perder en algún evento, o por no lograr algo que se propusieron. Ver sufrir a tu hije no es fácil, para nadie. Pero aquí es donde es importante alinearnos en la meta: Si la meta es que le niñe se sienta bien, la reacción natural será intervenir para hacer que le niñe se sienta bien. Pero si la meta es que se desenvuelva bien en el mundo, entonces la intervención será para ayudar a le niñe a cambiar su forma de pensar sobre el fracaso, alentar la tolerancia a la frustración y recompensar la persistencia, más allá del simple éxito.

Más información

Si te interesa más este tema puedes leer este artículo de NPR sobre el libro de Julie Lythcott-Haims: “How to Raise an Adult: Break Free of the Overparenting Trap and Prepare Your Kid for Success”.