Semana 5

Empezamos un nuevo trecho con una semana llena de retos y conversaciones acerca de nuestras vacaciones y lo que hicimos con nuestras familias. En este nuevo inicio, los explorers acogieron con gran entusiasmo la paletas de emociones al momento de nuestro saludo. Muchos cambiaron su expresión de “las patas arriba” por “me siento contento" o "un poco asustado”, y de esta forma conocíamos más de nuestras emociones y el valor que les asignamos. Cada vez más, se siente la presencia de cada uno en este momento tan especial.

En la veterinaria

En la veterinaria

En la peluquería

En la peluquería

Este nuevo trecho nos envuelve en una nueva aventura, donde los explorers viajan al país de “Emprendexplorer” invitados por el presidente, quien nos dio una llamada mientras terminamos el círculo de bienvenida. El presidente nos otorgó pasaportes que nos identificaban como visitantes de este nuevo país. Y puesto cada uno alrededor de nuestros cuellos, inició el viaje tan ansiado y esperado. En este nuevo país, recorrieron y conocieron algunos negocios o servicios que requerían de nuestra intervención para que funcionaran. Esta experiencia fue recibida por todos y todas por igual, pues se mostraban emocionados y dispuestos a colaborar con la atención. Algunos ingresaron a la peluquería a peinarse o maquillarse, otros participaron de la veterinaria para cuidar, curar y bañar a los perritos, otros fueron a la heladería, para vender paletas y helados de distintos sabores, y un último equipo llegó al restaurante para preparar tallarines o pizzas que luego ofrecían. Sin duda, una experiencia que nos reta a estar presentes acogiendo distintas ideas u opiniones, colaborar y llegar a acuerdos para continuar con la creación de nuestros emprendimientos.

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Cada día en nuestros talleres, disfrutamos el privilegiado momento para disfrutar. En yoga, la calimba fue un instrumento extraño y que convocaba a los explorer, con sonidos muy peculiares y envolventes. Cada uno con cuidado se atrevió a tomar entre sus manos este nuevo instrumento, explorarlo suavemente y hacer sonidos también.

Finalmente, el atelier se convirtió un espacio de exploración sensorial  para disfrutar la arcilla. Algunos explorer se atrevieron a sentir esta textura con sus pies y en los brazos, pisándola y dándose cuenta de su transformación al hacerlo, otros creaban formas que evocaban historias, ya sea de forma individual o en conjunto: “la casa de la conejos”, “helados”, “los túneles” y “las cacas”. Este espacio y material sensorial permitió no sólo disfrutar de su maleabilidad y textura, sino también unir ideas, palabras u opiniones que luego, naturalmente, se transformaban en un producto de la imaginación colectiva.

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