Tinkuy Marka Academy

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“La peor pareja del mundo”

“Es la peor pareja del mundo”. Debo admitir que también me chocó la primera vez que lo escuché. Puedo entender que suene rudo y preocupante. Sin embargo, intenté ir por el camino de la curiosidad vs. el camino del prejuicio. Aunque claramente el prejuicio brota y salta de manera constante. Había escuchado esa frase antes pero un poco diferente “te tocó con la ‘mejor ‘ pareja del mundo” (sumado a un tono de sarcasmo). 

Pasaron unos días y lo dejamos de escuchar hasta que de pronto llegó “me ha tocado con la peor pareja del mundo”. Llamé a los Pumas a un círculo para conversar sobre lo que había escuchado, tomé aire para que mi prejuicio de “eso está mal” no apareciera en mi modo de hablar y me permitiera entender de dónde nacía esta frase.

Cambiaré los nombres para cuidar la identidad de los Pumas, he optado por nombres y no letras para que se entienda bien la historia.

  • Guía: “Escuché cuando María le dijo a Ariel que a ella le había tocado con la peor pareja del mundo para ir al parque. Luego escuché a Julia (la pareja) decir que eso no le gustaba y que dejara de decirlo. Seguido a ello, María dijo que se había equivocado y que pensó que su pareja era Lorena, no Julia. Ariel confirmó la situación y dijo ‘no no, María se equivocó, pensó que era Lorena, no tú, Julia’. Me gustaría saber a qué se refieren con que alguien sea la peor pareja del mundo, ¿Qué hace que alguien sea la peor pareja del mundo?, ¿Camina lento al parque?, ¿Te jala mientras cruzas la pista?, ¿No te deja subir a los muros de la calle?, ¿Trae del parque muchos palos?”

  • Ariel: “No Yass, no es eso. La peor pareja del mundo es la que no es tu amiga”.

  • María: “Sí, la que no es tu mejor amiga”.

  • Julia: “Sí, es eso”.

  • Ariel: “Es como la que no te cae, con la que menos juegas”.

  • Guía: “¿Y qué tendría que hacer alguien para que no te caiga? Imagino que eso depende de cada uno”.

  • María: “Sí, a veces es como que no te gustan los mismos juegos, y así”.

  • Julia: “Sí, o no quieren hacer lo mismo”.

  • Juana: “O llora mucho”.

  • Guía: “Entiendo, pero veo que cuando dicen la peor pareja del mundo a alguien, esto no le hace sentir bien, por ejemplo: hoy escuché a Julia decir que eso no le gusta”.

  • María: “Sí, ya no lo vamos a decir, mejor”.

  • Julia: “Pero a veces es una broma”.

  • Guía: “Recuerdan lo que me decían el otro día cuando almorzábamos, que ‘a veces las personas se ríen de risa o de nervios'. Porque cuando les gusta la broma se ríen de risa pero a veces no les gusta y se ríen de nervios”.

  • Julia: “Sí, por eso yo dije que no me gusta”.

  • Guía: “Y eso es muy bueno, pero qué pasa cuando la broma es sobre el Puma y no con el Puma. Por ejemplo qué pasa si yo le digo a Ariel que Rosi parece una caperucita roja con su casaca y nos reímos de eso, pero Rosi no me escuchó. Rosi realmente no tiene la oportunidad de decidir si eso le gustó o no”. 

  • Ariel: “Claro, entonces es una broma que ella no ha escuchado y no puede decidir si le gusta o no”.

  • Juana: “Claro, es como una trampa”.

  • Guía: “Eso es consentimiento, Pumas; ustedes pueden decidir qué permiten y qué no”.

Luego de compartir esta experiencia con el equipo de Guías, coincidimos en lo importante que es no solo quedarnos allí sino ir más allá para hablar de las emociones y lo que hacemos con ello. El problema no es lo que sentimos, es lo que hacemos con eso.

Retomamos la conversación en el launch del día siguiente.

  • Guía: “Pumas, siguiendo con lo de ayer sobre sus reacciones cuando les toca ir al parque con una u otra persona, me parece importante hablar de las emociones. ¿Qué sienten ustedes cuando ven que en el cartel no les tocó con quien querían?”

  • Todes: “Molesto, triste, me enojo…”

  • Guía: “Está bien que no nos alegre que nos toque ir con algunas personas al parque. En ese sentido está bien sentirnos enojados, tristes o molestos, pero no está bien hacer sentir mal a la otra persona. Lo que sentimos es válido, lo que hacemos con eso es lo que tenemos que cuidar”.

  • Juana: “Sí, porque los otros se pueden sentir mal. Así como la envidia”.

  • Julia: “Claro, entonces si a mí me molesta que ella tenga un juguete que yo quiero, puedo sentirme molesta pero no quitárselo o romperlo”.

  • Ariel: “O puedo enojarme porque no me pusieron con la pareja que quería pero no voy a ir a cambiar las parejas sin que nadie me vea”.

Una frase que en un inicio, como adulta, me generó mucho conflicto terminó siendo un disparador hermoso de temas de mucha importancia. Hablamos de consentimiento, de las bromas y de las emociones.

En Tinkuy apostamos por validar las emociones; no querer jugar con alguien es válido, no querer ser amigue de alguien es válido, no querer prestar tus juguetes (los que traes de casa) es válido. Todas esas son emociones válidas, y no han de ser condenadas.

Con esta base clara, estamos equipando a los Pumas para pensar en las acciones que toman cuando les embargan emociones intensas. Pensar en cómo sus acciones o palabras impactan a otres y ponerse en su lugar, es un trabajo constante.

Con la diferencia entre las emociones y las acciones, creemos que será más fluido el acompañar a los Pumas de ahora en adelante.