Tinkuy Marka Academy

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Explorer: El Regreso

Por Yassira Huarcaya

Cual película con muchas partes, ha llegado el momento de volverle a abrir el telón al studio Explorer.

En los inicios de Tinkuy, el studio Explorer recibía Pumas de 3 a 5 años. Luego de la pandemia, y con la fusión de Spark y Discovery, Explorer pasó a convertirse en el nuevo studio Spark (3 a 6 años). Esto, porque teníamos la ilusión de más adelante abrir un nuevo studio Explorer para Pumas más pequeños aún.

A lo largo de este tiempo hemos discutido sobre la importancia de las habilidades desarrolladas durante los tres primeros años, pensando en crear un espacio podría brindar estas oportunidades. Por eso, decidimos reabrir el studio Explorer para Pumas de 1 a 3 años, edad fundamental en la que aprenden a hablar, a caminar y a controlar sus esfínteres.

Para ellos, hemos creado un espacio que los invite a explorar con autonomía, descubrir el equilibrio y ganar fuerza y control a través del movimiento libre, donde las conquistas personales sean lo más importante y donde respetemos el “ayudame a hacerlo yo solo”.

Escogimos cuidadosamente mobiliario y materiales que los desafíen y promuevan el desarrollo motor grueso y fino. Explorar el espacio de manera autónoma y segura fortalece el autoconocimiento, la autorregulación y el autocuidado, tres competencias fundamentales para relacionarse con el mundo y consigo mismos de manera sana y segura.

Los Pumas entre 1 y 3 años se encuentran descubriendo y apropiándose de su propio mundo. En la exploración libre encuentran satisfacción pero también retos constantes. Desde lo físico van descubriendo como cada paso o movimiento que dan los acerca o aleja de su objetivo.

Observarlos dar el mismo paso y retroceder multiples veces es fascinante porque en su rostro observas como reconocen que cada movimiento o acción tiene una reacción en ellos mismos y en el entorno. Lo complejo que puede resultar cambiar ese movimiento, pero lo satisfactorio que termina siendo poder realizarlo sin la intervención del adulto. 

Durante el verano observé el proceso de un Puma al subir una escalera de madera en A, que se conectaba a una rampa. Ella subía hasta la parte más alta de la escalera y posaba sus rodillas sobre la última barra. Para poder deslizarse debía pasar hacia la rampa y esto solo lo lograría moviendo una pierna luego de la otra por sobre la rampa. Al mover una de sus piernas por delante de la última barra para tocar la rampa, perdía el equilibrio. Antes de caerse regresaba la pierna al lugar inicial, esto le devolvía el equilibrio pero no le daba la satisfacción final de poder deslizarse.

Lo intentó varías veces y cuando creía por fin lograrlo, volvía a desequilibrarse y su ceño se fruncía a modo de frustración. Se quedaba hasta lo más alto de la escalera con una expresión de enojo. El Puma que la acompañaba en el mismo studio en ocasiones la apuraba y ella protestaba en respuesta.

La vi intentarlo por varios días hasta que un día lo descubrió, cuando ella levantaba la pierna para tocar la rampa, la otra pierna que era su soporte se metia al hueco que había entre barras y eso hacía que pierda el equilibrio. Así que un día al pasar la pierna hacia adelante, movió la otra también apoyando ya no la rodilla sino el pie en la barra, esto le dio equilibrio y estabilidad. Su rostro era la epítome de un “momento eureka”.

Que el studio Explorer crezca para celebrar lo pequeños grandes logros, asombrarnos con lo simple de la vida y llenarnos de momentos EUREKA.