Librar la batalla (Parte 1)
Por Inés Kudó
A los 8 o 9 años, nuestros Pumas tipean más rápido de lo que escriben con lápiz. Empezar a escribir textos largos a mano es doloroso y agotador, mientras los músculos y tendones van madurando y soltándose. Pero aunque cada vez se use menos, nadie discutiría que es necesario que sepan escribir a mano y que su letra se entienda. Como la escritura, cualquier nueva habilidad que valga la pena, cuesta esfuerzo, horas e incluso, dolor.
Por eso, cuando una familia postula, le aclaramos que en Tinkuy buscamos que el aprendizaje sea una experiencia feliz, pero que eso no significa que les niñes deban estar todo el tiempo felices. La frustración, la decepción, la batalla, son aspectos necesarios —valiosos incluso— para todo aprendizaje, porque son señales de que se están expandiendo capacidades y avanzando más allá de lo familiar y conocido. Aunque no se trata de batallar futilmente, sino con sentido, en algo que valga la pena. Dos de esas batallas típicas y casi universales en Tinkuy, además de la escritura a mano, son las matemáticas en Khan Academy y el inglés.
Los Pumas en Tinkuy son excelentes matemáticos. Calculan operaciones complejas en su cabeza desde pequeños (multiplican y dividen a los cinco o seis años sin darse cuenta); resuelven problemas de cantidades, formas y medidas creativamente; aman los puzzles y los algoritmos, y usan la lógica y el sentido numérico en el día a día con facilidad. Los apps de matemáticas que les ofrecemos les encantan, y sin darse cuenta, han aprendido mucho más de lo que sabrían de haberse sentado en clases tradicionales de matemática durante tres años.
Pero Khan Academy no les gusta. No es un software ameno o amigable. Lo usamos porque aporta mucho más que la certificación del badge. Los videos instructivos, las preguntas de los quizzes y tests acercan a los Pumas al formato de clases y exámenes, que es algo que no aprenden con otras actividades en Tinkuy. La idea es que salgan al mundo también sabiendo escuchar una clase y dar un examen, porque les permitirá transitar a espacios educativos superiores. No es lo más importante, pero es útil. La organización por competencias en Khan y el enfoque de “mastery” sin consecuencias, les exige analizar el error, desarrollar mentalidad de crecimiento, pedir ayuda y ayudar, competencias, todas, fundamentales para la vida y que les cuestan muchísimo.
En estos años, Acton ha aprendido que bastan 18 minutos diarios de trabajo enfocado, 5 días a la semana, 37 semanas al año, para que un Puma logre un nivel de matemáticas avanzado —incluso Cálculo, si se lo propone—. Esto es el equivalente a 90 minutos semanales, menos de 2 horas pedagógicas. La mayoría de Pumas enfrenta varios “roadblocks” en esa ruta. El 2do grado suele ser el más difícil, pues es la primera vez que se enfrentan a textos en inglés. A la mayoría les toma, sin ayuda, apenas 16 a 20 horas netas, aunque distribuidas a lo largo de dos años, porque se frustran, reniegan y abandonan, a veces por meses.
Viendo sus estadísticas, noto que este año algunes han dominado habilidades en un tiempo promedio de 8 a 10 minutos por cada nueva habilidad, mientras otres han invertido 28 a 35 minutos en promedio. Quienes lo hicieron más rápido se tomaron el tiempo de ver los videos, leer los artículos, estudiar sus errores o ver los tips cuando no entendían, es decir, se tomaron la ruta larga y avanzaron más rápido. Quienes demoran más, suelen evitar todo eso y tratan de avanzar respondiendo preguntas a ciegas. Cuando algo no les sale, gritan, lloran y reclaman: “¡no puedo!”, “¡no entiendo!”, “¡es muy difícil!”, “¡es aburrido!”, “¡es imposible!”.
Mi hijo empezó así con 2do grado. Buscó que lo rescate varias veces, que le ayude con las respuestas o que le diga que no tenía que hacerlo. Mientras lo veía batallar, observaba a otro Puma, apenas unos meses mayor, gestionar Khan bastante bien. Dudaba si mi hijo podría en algún momento lograrlo. Desde donde me encontraba, no parecía posible. Pero confié y resistí la tentación de intervenir. Y no lo rescaté. Cuando consiguió el badge, fue un logro todo suyo y celebramos con una cena familiar. El tercer grado, a pesar de ser académicamente más difícil y largo, se le hizo más sencillo. No dejó de renegar y de frustrarse, pero la frecuencia e intensidad de esos momentos fueron notablemente menores. Terminó 3ro en un año (32 horas netas) y ha avanzado 70% de 4to en pocos meses (casi 19 horas). Ahora está un poco adelantado. Se sigue quejando, pero a diferencia de antes, cuando se frustra, encuentra la forma de lidiar con sus emociones y eventualmente seguir adelante.
Si yo lo hubiera ayudado con 2do, otra sería la historia. Es lo mismo que he visto en muchos otros Pumas, cuando sus familias les han dejado librar la batalla. Ellos, como mi hijo, logran construir una idea base de sí mismos: “sí puedo”. Muy distinto a lo que ocurre en los colegios tradicionales. Aunque la batalla librada haya sido dura, la felicidad y el orgullo de la victoria son irremplazables. Algo así como lo que siente quien completa una maratón o llega a la cima de una montaña: “¡sí puedo!”.
Pero, ¿qué pasa con los que “no se ponen las pilas”? Con la matemática, con el inglés o con cualquier otra cosa. Una mamá me pedía: “Tal vez hay que ver cómo forzar a los Pumas, un poquito, a que aprendan inglés”, para que no se atrasen en matemática y también puedan pasar a Agora. Y yo le decía que eso no ayuda. Los Pumas nos han demostrado una y otra vez el coraje y la determinación que tienen para aprender, si quieren; y la creatividad y desparpajo que tienen para librarse de hacerlo, si no quieren. Los primeros no necesitan que los fuercen. Los otros, ni aunque los fuercen estarán listos para Agora.
Tenemos varios Pumas que han crecido en Tinkuy; nunca han llevado una clase de inglés y a los 8 o 9 años entienden y leen perfectamente, incluso hablan con cierta fluidez, aunque todavía les falta para escribirlo correctamente. Nadie les ha tenido que forzar a aprender el idioma. Han aprendido en Duolingo, Khan Academy Kids y Khan Academy, viendo videos en YouTube, interactuando en el studio, aprovechando cuando vienen Pumas de otros países. Esa es la curiosidad y autonomía que los prepararán para Agora. Los Pumas que dicen “no puedo”, “muy difícil”, “qué flojera”, no ingresarán al siguiente studio.
Son las decisiones que toman frente al “no saber” las que van delineando su ruta. Una niña, que todavía sabe poco inglés, decidió que no iba a dejar que el idioma la detenga. Los materiales del Quest estaban en inglés y le tocó ser líder de equipo. “¿Qué tengo que hacer? ¿Leer en inglés? Bueno, veré cómo hago”, dijo. Y no claudicó. Mientras su partner de 6 años la presionaba para que traduzca y metía el dedo en la pantalla, ella se esforzaba por entender cada palabra, descifrar el reto y no perder la paciencia. Ese es el carácter que la preparará para Agora. Los Pumas que tiran la toalla a medio camino no ingresarán al siguiente studio.
Aunque a nuestros Pumas les toca librar las batallas con Khan Academy, Duolingo o el lápiz, en realidad el “enemigo” al que están haciendo frente son los “monstruos” de su ruta: Resistance, Victimhood, y a veces Distraction. Pero para vencerlos, tienen que enfrentarlos una y otra vez a lo largo de la ruta, y sufrir muchas derrotas, hasta llegar a conocerlos y conocerse bien. Aunque hay Pumas que no libran la batalla, y más bien claudican con poco o ningún intento: felices eligen jugar sin siquiera abrir su chromebook; acuden a mamá o papá a la primera que algo no entienden o no les sale; o buscan hacer cosas que les resulten fáciles y poco retadoras, y se van atrasando cada vez más. Esto es esperado a los 6 o 7 años, manejable a los 8 o 9 años, preocupante a los 10 y alarmante a partir de los 11. Para que ellos puedan librar esas duras batallas de verdad, y salir vencedores, papás y mamás tenemos que librar nuestra propia batalla al mismo tiempo, con nosotres mismes, para dejar de actuar como perseguidores, salvadores o víctimas, y no quitarle agencia a nuestro Puma.
Este año, los Pumas han trabajado sus discursos sobre su Hero’s Journey para el Tinkuy Talk. Muchos hablan de cómo Tinkuy ha cambiado su vida o los ha cambiado a ellos. De cómo han disfrutado esta etapa desde Explorer, Spark o en Discovery. Ellos me han hecho ver que cada etapa en Tinkuy tiene un valor en sí mismo. En Discovery, el propósito es aprender a ser curiose y trabajar en cosas relevantes, vivir experiencias cívicas de autogobierno y convivencia, y aprender a través de Quests emocionantes. Pasarla bien y aprender a su ritmo en Discovery es importante, aunque no suficiente para estar liste para Agora. Discovery le ofrece a los Pumas todo lo necesario para prepararse, pero solo aquellos que libran la batalla de verdad, y cuyas familias les dejan fallar temprano, barato y bastante, estarán listos para cruzar el siguiente umbral.
(Continuará…)